Las elecciones legislativas de Jujuy, programadas para el 11 de mayo de 2025, se perfilan como un proceso marcado por la fragmentación política, la falta de liderazgo consolidado y la continuidad de una estrategia de manipulación electoral que ha caracterizado al radicalismo jujeño en los últimos años.
Con once frentes inscriptos, la provincia enfrenta una renovación legislativa que, lejos de ofrecer alternativas reales, refleja una polarización entre sectores desgastados y nuevas fuerzas sin rumbo definido.
El radicalismo cambia de nombre, pero no de estrategias
El oficialismo, encabezado por la Unión Cívica Radical (UCR), busca mantenerse en el poder bajo el nuevo sello «Jujuy Crece», en un intento de maquillar su desgaste tras años de gobierno. Con el respaldo de más de 40 partidos, este frente aspira a repetir la estrategia de dividir a la oposición mientras enfrenta el descontento popular por una gestión marcada por el endeudamiento provincial y la precarización de los servicios públicos.
El exgobernador Gerardo Morales, artífice del esquema político que sostiene a la UCR en Jujuy, dejó un legado de clientelismo y control institucional, lo que pone en duda la transparencia del proceso electoral. Por su parte, el gobernador actual, Carlos Sadir, continúa esta línea, sin dar señales de un cambio sustancial en la gestión.
A pesar de su aparente solidez, la UCR enfrenta una creciente oposición interna. Muchos de los partidos que la respaldaban en elecciones anteriores han comenzado a alejarse debido al desgaste de su liderazgo y al impacto negativo de las políticas implementadas. La falta de respuestas concretas a problemas como la crisis educativa y sanitaria ha generado un clima de desconfianza incluso dentro de sus propias filas.
Peronismo: una oposición fracturada y sin rumbo
Si bien el justicialismo debería ser la principal alternativa al oficialismo, su realidad es caótica. La intervención del Partido Justicialista (PJ) y la falta de unidad han generado un mosaico de alianzas sin un proyecto claro. De los once frentes inscriptos, seis pertenecen al peronismo, incluyendo:
- Frente Justicialista: alineado con Cristina Kirchner, liderado por Leila Chaher, Rubén Armando Rivarola y Guillermo Snopek, con un total de 25 fuerzas.
- Frente Somos Más: encabezado por Carolina Moisés, quien rompió con el PJ tras la postergación de las internas.
- Frente Primero Jujuy y Frente Amplio, con figuras como Carlos Haquim, actual legislador y exvicegobernador.
La falta de consenso dentro del PJ ha debilitado sus posibilidades electorales. Las divisiones fueron profundizadas por la reforma constitucional de 2023, promovida por Morales y avalada por el legislador Rubén Rivarola, lo que dejó al peronismo sumido en luchas internas y una crisis de representatividad.
Estas divisiones han generado un debilitamiento de la base electoral del PJ. La incapacidad de unificar a los distintos sectores ha dado lugar a candidaturas con bajo respaldo popular, lo que podría traducirse en una reducción de su presencia en la Legislatura.
Los libertarios llegan divididos y sin fuerza
La gran promesa de un cambio político radical a nivel nacional, La Libertad Avanza (LLA), fracasa en Jujuy antes de empezar. Sin alianzas estratégicas, el espacio que representa a Javier Milei se inscribió en solitario, mientras dos desprendimientos internos disputan el voto ultraderecha:
- Frente Unir Liberal: con el respaldo del Partido Libertario y otros sellos menores.
- Frente de Transformación Libertaria: liderado por Rubén Sánchez y con escasa estructura territorial.
La falta de cohesión y liderazgo dentro del espacio libertario anticipa una performance electoral pobre. A pesar de haber ganado terreno en el discurso público, la incapacidad de articular una estrategia conjunta en la provincia los deja en una posición marginal dentro de la contienda. Además, la ausencia de un liderazgo fuerte y la falta de estructura territorial consolidada han impedido que los libertarios establezcan una presencia real en el electorado jujeño. La falta de acuerdos internos y la fragmentación del espacio han llevado a una dispersión del voto, lo que pone en duda su capacidad de obtener representación en la Legislatura. La incertidumbre sobre sus candidatos y la carencia de propuestas claras agravan aún más su situación, alejando incluso a sus potenciales votantes más fieles.
El debilitamiento del espacio libertario en Jujuy también se debe a la desconexión entre sus referentes locales y la cúpula del partido a nivel nacional. Las diferencias internas han provocado que los votantes libertarios tradicionales duden sobre a quién respaldar.
El Frente de Izquierda: farsa de resistencia para superar el 5%
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U) se mantiene como una de las pocas fuerzas que ha logrado conservar su cohesión en un escenario de fragmentación. Integrado por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Obrero (PO), el FIT-U busca consolidarse como una alternativa real a las fuerzas dominantes en la provincia.
El referente más visible del FIT-U en Jujuy es Alejandro Vilca, quien ha ganado reconocimiento por su postura contra las políticas del oficialismo y supuesta defensa de los derechos de los trabajadores y sectores populares. La izquierda jujeña ha sido una de las voces más críticas frente a la reforma constitucional impulsada por Morales y ha participado activamente en movilizaciones sociales de las comunidades indígenas y los sectores más vulnerables.
A pesar de su militancia activa y su capacidad movilizar a los pobres con el clientelismo de los subsidios del estado, el FIT-U enfrenta el desafío de superar el umbral del 5% del padrón electoral para mantener su representación en la Legislatura. En elecciones anteriores, la izquierda ha logrado obtener bancas, pero su capacidad de crecimiento se ve limitada por el predominio de las estructuras partidarias tradicionales y la polarización política.
Un sistema electoral que perpetúa el status quo
Las elecciones legislativas de Jujuy 2025 no auguran cambios significativos en el panorama político. El oficialismo mantiene su estructura de poder, el peronismo sigue desmembrado y los libertarios no logran consolidarse. Mientras tanto, la provincia enfrenta problemas estructurales, como la crisis económica, la precarización laboral y la falta de inversiones en infraestructura.
A esto se suma un sistema electoral que favorece a los partidos tradicionales, dejando poco espacio para la irrupción de nuevos actores políticos. Con un padrón electoral de 598.408 votantes y un umbral del 5% para obtener representación, muchas fuerzas enfrentarán dificultades para superar el piso electoral.
La ausencia de debates profundos y propuestas concretas es un reflejo de la crisis política que atraviesa Jujuy. En este contexto, los ciudadanos se encuentran atrapados en un ciclo electoral que poco tiene que ver con sus verdaderas necesidades y preocupaciones.
El 22 de marzo se definirá la validación de los frentes y el 1 de abril se presentarán las listas definitivas. Sin embargo, más allá de los nombres y las estrategias, la gran pregunta sigue en pie: ¿habrá alguna fuerza capaz de romper con la inercia del poder en Jujuy?
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