La Sesión Preparatoria del 5 de diciembre de 2025 en la Legislatura de Jujuy se convirtió en el escenario de múltiples conflictos políticos que desnudaron las profundas grietas institucionales de la provincia. Lo que debía ser una ceremonia protocolar de jura de los 24 diputados provinciales electos en mayo terminó exponiendo un panorama político fragmentado, marcado por el rechazo institucional a un nuevo bloque peronista, la ausencia masiva de autoridades oficialistas y el enfrentamiento abierto entre fuerzas políticas que presagian una legislatura conflictiva.
Según relevamientos de distintos medios, la jornada evidenció no solo cambios en la composición legislativa, sino también el deterioro de las relaciones políticas y la erosión del poder oficialista que durante una década controló la cámara con mayoría calificada. La nueva configuración otorga al oficialista Jujuy Crece apenas 25 escaños de 48, perdiendo los dos tercios que le permitían aprobar leyes sin necesidad de consensos, mientras que La Libertad Avanza irrumpe con siete bancas y el Frente de Izquierda se fortalece con cinco representantes.
El escándalo del bloque desconocido: Cuando la institución rechaza a la oposición

El momento de mayor tensión institucional se produjo cuando el presidente de la Cámara, Alberto Bernis, desconoció públicamente la creación del bloque «Frente Justicialista«, encabezado por los diputados recién juramentados Juan Manuel Soler y Noemí Isasmendi. Durante el momento destinado a informar las presidencias de bloque, Bernis se negó rotundamente a reconocer la nueva bancada argumentando que «no tengo otro bloque» y que la nota formal no figuraba en el orden del día, según consignó Jujuy Dice y el registro de la Legislatura de Jujuy.
El diputado Soler insistió ante el pleno que la nota había sido «ingresada y sellada como recibida», pero su moción de leerla fue denegada, generando un conflicto institucional sin precedentes. Este rechazo administrativo no fue un mero trámite burocrático, sino la manifestación de una batalla política por el control del espacio peronista en la provincia.

La fractura del peronismo jujeño quedó expuesta a la luz pública. La ahora ex diputada nacional Leila Chaher (UxP), presente en el acto, respaldó al nuevo bloque y denunció al sector liderado por Rubén Armando Rivarola de ejercer un «cogobierno» con el oficialismo radical. Según declaraciones recogidas por Jujuy Dice, Chaher afirmó que este sector ha «usurpado ilegítimamente el nombre del Partido Justicialista« y que «Soler e Isasmendi tienen muy en claro su rol opositor«.
Este cisma peronista expone la debilidad de una fuerza política que, con nueve bancas totales, debería ser la primera minoría, pero que fragmentada pierde capacidad de negociación legislativa y se convierte en presa de sus propias contradicciones internas. La imposibilidad de conformar un frente unificado refleja años de cooptación, según los denunciantes, y la ausencia de liderazgos capaces de cohesionar al espacio.
Un gobernador abandonado: La soledad del poder oficialista

La austeridad protocolar de la ceremonia fue otro síntoma alarmante del declive oficialista. Acompañando al gobernador Carlos Sadir solo estuvieron presentes dos de sus trece ministros: Miriam Serrano (Educación) e Isolda Calsina (Planificación), según reportó Infobae y El Libertario. La ausencia masiva del gabinete provincial envió un mensaje inequívoco sobre el nivel de respaldo político con el que cuenta el mandatario.
Más grave aún fue la ausencia total de representantes de la Suprema Corte de Justicia, los Ministerios Públicos, la diócesis católica, la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), colegios profesionales y las principales cámaras empresariales de la provincia. Esta deserción institucional contrasta dramáticamente con ceremonias anteriores, donde estos actores legitimaban el acto con su presencia, tal como documentó Jujuy Dice.

La imagen de un gobernador solitario, desprovisto del respaldo de sus funcionarios y sin el acompañamiento de instituciones clave, refuerza la percepción de un oficialismo en retroceso político. La pérdida de la supermayoría legislativa no es solo numérica, sino que se refleja en el aislamiento institucional y la erosión de alianzas que antes sostenían el poder radical en la provincia.
En un giro paradójico, esta austeridad de las élites contrastó con la apertura del recinto a «trabajadores, desocupados, docentes y referentes gremiales en lucha», quienes por primera vez desde 2015 pudieron ingresar sin los vallados policiales que caracterizaron la última década, según relevó Jujuy Dice. Esta apertura al pueblo, sin embargo, no parece responder a una vocación democrática renovada, sino a la imposibilidad material de mantener el aparato de seguridad y control que antes ejercía el oficialismo cuando gozaba de poder pleno.
La Libertad Avanza: Oposición «razonable» con agenda contradictoria

El debut libertario en la Legislatura jujeña introduce un nuevo actor político cuya definición ideológica y rol legislativo plantean serias contradicciones. Con siete bancas, La Libertad Avanza se convierte en la tercera fuerza y un actor clave para cualquier negociación legislativa, según consignó El Submarino Jujuy e Infobae.

El presidente del bloque, Federico Canedi, definió su espacio como una «oposición razonable», mientras que el diputado Matías Paternó declaró que llegan para «romper un poco el bipartidismo histórico radicales peronistas», según recogió El Tribuno de Jujuy. Sin embargo, esta retórica de renovación política choca frontalmente con la realidad de sus propuestas y alianzas.

El diputado Kevin Ballesty prometió ser una «oposición real» y «trabajar para devolverle la institucionalidad a Jujuy», según publicó El Submarino Jujuy. Pero la pregunta que emerge es qué entiende este espacio por institucionalidad cuando a nivel nacional su referente, el presidente Javier Milei, ha protagonizado constantes enfrentamientos con el poder judicial, universidades públicas y organizaciones sociales.
La contradicción libertaria se profundiza al analizar su rol. Se presentan como factor de equilibrio frente al oficialismo, pero comparten con el gobierno de Sadir la agenda del ajuste fiscal y la reducción del Estado. Esta coincidencia programática los convierte, en la práctica, en aliados potenciales del oficialismo en votaciones clave, lo que desvirtua su autoproclamada naturaleza opositora.
El diputado nacional Manuel Quintar (LLA), presente en la ceremonia, expresó su preocupación por una posible designación apresurada en la Suprema Corte de Justicia antes del 10 de diciembre, cuando la nueva composición asuma plenamente. Calificó esta maniobra como una «torpeza política y ética» y un acto de «gula judicial», según reportó El Expreso de Jujuy. Esta denuncia, aunque correcta en su diagnóstico, expone la debilidad táctica del bloque libertario: criticar maniobras del oficialismo sin tener capacidad real de frenarlas, evidenciando su inexperiencia legislativa y su rol secundario en la dinámica del poder provincial.
La Izquierda se autoproclamó «verdadera oposición» pero enfrenta el desafío de la efectividad

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U) salió fortalecido de la jornada al ampliar su bloque de tres a cinco integrantes con la jura de Alejandro Vilca y Lamia Debbo, según consignaron El Submarino Jujuy y Jujuy Dice. El espacio se posicionó inmediatamente como la oposición más dura tanto al gobierno nacional de Javier Milei como al provincial de Carlos Sadir, estableciendo una línea de confrontación directa.

Los juramentos políticos de sus diputados marcaron un tono ideológico radical que anticipa su estrategia legislativa. La diputada Lamia Debbo juró «por el pueblo Palestino y su heroica resistencia, por las mujeres, las diversidades y la juventud que no se resigna. En memoria de los 30 mil detenidos desaparecidos, por los pueblos que se enfrentan al imperialismo. Fuera yanquis de Venezuela, por el socialismo», según registró Jujuy Dice.
Por su parte, Alejandro Vilca entregó una promesa aún más contundente: «por la heroica y combativa clase obrera jujeña, por los oprimidos del mundo, por una Palestina Libre. Fuera el imperialismo. Fuera ingleses de Malvinas. Fuera yankees de Venezuela y por una perspectiva obrera socialista», de acuerdo al mismo medio.

Estos manifiestos políticos disfrazados de juramentos constitucionales evidencian la clara vocación confrontativa del espacio, que fue acompañado por delegaciones de sindicatos docentes (ADIUNJu, CEDEMS, ADEP), trabajadores despedidos de Ledesma, comunidades originarias y organizaciones sociales, según relevó Jujuy Dice.
La diputada Debbo no dejó dudas sobre su estrategia al afirmar: «Somos la verdadera oposición en el parlamento y en las calles a los planes de ajuste y sometimiento de los gobiernos», según publicó El Submarino Jujuy. Esta definición los coloca como el único bloque con una línea de oposición total, criticando tanto al oficialismo como a los otros espacios opositores, a quienes acusan de ser «funcionales al ajuste».
Sin embargo, el dilema de la izquierda radica en la efectividad legislativa. Con solo cinco bancas en una cámara de 48, su capacidad de incidir en las votaciones es marginal. Su fortaleza radica en la movilización social y la denuncia pública, pero su debilidad numérica los condena a ser una voz crítica sin poder de veto real sobre las políticas que cuestionan. La autoproclamación como «verdadera oposición» choca con la realidad de su impotencia legislativa para frenar leyes de ajuste o nombramientos cuestionados.
Además, su radicalización discursiva, evidente en juramentos que priorizan conflictos internacionales sobre problemáticas locales, puede generar desconexión con sectores de votantes que esperan soluciones concretas a problemas cotidianos como el desempleo, la inflación o la crisis de servicios públicos en Jujuy.
El Peronismo dividido: Nueve bancas, dos bloques, cero estrategia

La división peronista no es solo un conflicto de liderazgos, sino una crisis de identidad política que paraliza al espacio en un momento crítico. Con nueve diputados divididos entre el sector de Rubén Armando Rivarola (que mantiene el reconocimiento oficial del bloque del Partido Justicialista) y los disidentes Soler e Isasmendi (cuyo bloque fue desconocido), el peronismo jujeño enfrenta su peor momento en décadas.
El sector de Rivarola es acusado por sus críticos de ejercer un «cogobierno» con el oficialismo radical, votando sistemáticamente a favor de iniciativas del gobierno de Sadir. Esta estrategia dialoguista, que algunos defienden como pragmatismo, es interpretada por otros como claudicación y traición a los principios opositores, según el contexto brindado por Jujuy Dice.
Por su parte, el sector de Soler e Isasmendi, respaldado por la diputada nacional Leila Chaher, promete ser una oposición genuina enfocada en la transparencia del manejo de recursos públicos, la recuperación de la institucionalidad y la generación de empleo, según declaraciones recogidas por el mismo medio. Sin embargo, su rechazo institucional los deja en un limbo político, sin reconocimiento formal y, por ende, sin acceso a recursos, comisiones ni protagonismo legislativo.
Esta parálisis peronista beneficia objetivamente al oficialismo, que ante una oposición fragmentada puede avanzar con su agenda sin necesidad de concesiones significativas. La incapacidad de unidad del PJ refleja décadas de personalismo, falta de renovación generacional y ausencia de un proyecto político claro más allá de la disputa por cargos y recursos.
El Oficialismo: Mayoría sin músculo, poder sin legitimidad

El bloque oficialista Jujuy Crece – Provincias Unidas mantiene 25 de las 48 bancas, conservando la mayoría simple pero perdiendo los dos tercios que ostentó durante la última década, según datos de El Submarino Jujuy e Infobae. Esta pérdida no es meramente numérica, sino que representa un cambio cualitativo en la dinámica legislativa provincial.
La pérdida de la supermayoría obliga al gobierno de Sadir a negociar para aprobar leyes clave como el Presupuesto 2026, reformas institucionales o nombramientos judiciales. Sin embargo, la ausencia de autoridades en la ceremonia de jura y el aislamiento institucional del gobernador sugieren que el oficialismo carece de aliados confiables incluso dentro de su propia estructura.
El presidente del bloque oficialista, Santiago Jubert, asume un rol crítico en este contexto: deberá construir consensos legislativos en un escenario hostil, donde cada iniciativa requerirá negociaciones complejas con bloques que van desde los libertarios pragmáticos hasta el peronismo dialoguista, pasando por una izquierda confrontativa y un peronismo disidente sin reconocimiento formal.
La debilidad oficialista también se manifiesta en la anticipada batalla por la vacante en la Suprema Corte de Justicia, donde se especula extraoficialmente con el nombre de Gonzalo Morales, hijo del exgobernador, como posible candidato, según consignó El Expreso de Jujuy. Esta maniobra, de concretarse antes del 10 de diciembre, confirmaría la percepción de un oficialismo que utiliza sus últimos días de supermayoría para asegurar espacios de poder institucional, anticipando su debilitamiento futuro.
Una Legislatura anunciada como campo de batalla
La Sesión Preparatoria del 5 de diciembre de 2025 fue el prólogo de lo que promete ser la legislatura más conflictiva y fragmentada de la historia reciente de Jujuy. La fractura peronista, el aislamiento oficialista, las contradicciones libertarias y la impotencia numérica de la izquierda configuran un escenario donde ningún bloque tiene capacidad hegemónica y todos enfrentan limitaciones estructurales que comprometen su efectividad.
El desconocimiento institucional del bloque Frente Justicialista marca un precedente peligroso sobre el respeto a las minorías políticas y la pluralidad democrática. La ausencia masiva de autoridades en la ceremonia oficial expone la erosión de legitimidad del gobierno provincial. Y los juramentos ideologizados anticipan que el debate legislativo estará marcado más por la confrontación simbólica que por la construcción de consensos productivos.
Los próximos meses definirán si esta nueva configuración legislativa puede generar acuerdos mínimos en temas críticos como el presupuesto, el empleo y la justicia, o si Jujuy ingresa en una etapa de parálisis institucional donde la fragmentación política impide cualquier respuesta efectiva a los problemas concretos de la ciudadanía. La pregunta que queda abierta es si los bloques enfrentados priorizarán sus disputas internas por sobre las necesidades urgentes de una provincia que enfrenta crisis económica, conflictividad social y deterioro institucional.

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